ACEPTAMOS BARCO…
Había un anuncio donde se aceptaba “barco” como animal acuático… Se trataba de un juego de mesa donde se hacían lista de palabras según la categoría que marcaban las fichas. Mi dilema es ¿Qué podemos aceptar dentro del mundo del vino? Más de una vez me han hecho la pregunta: ¿puedes hacer una degustación de mi sangría? No será la última vez que oigo: “tu que eres sumiller, haz la mezcla del calimocho”. Otros me comentan orgullosos que el vino que más aprecian es el turbio. Y su opinión, como todas, es loable. Pero a la hora de analizar que podemos englobar dentro de los parámetros cualitativos, entran las expulsiones. Salvo al vino de aguja y al lambrusco. Mi teoría es que la gente no pasa de tomar cola a beber un priorato. Cuando somos jóvenes nos gustan los refrescos con sabor a fruta y exaltados por burbujas. Por eso, es normal que empecemos en el mundo del vino con este tipo de vinos. Tienen mucha fruta y nos parecen más ligeros y menos amargos que el tinto y, sobretodo, forman parte de nuestra vida social. ¿Quién no ha pedido en su primera cita un lambrusco y se ha puesto tontito en la pizzería? Después empezamos con el cava en alguna festividad y vemos que a la segunda copa ya nos hemos acostumbrado a la acidez. Del dulce llegaremos al amargo pasando por el ácido. Tal vez, como el café, empezamos tomándolo con muchísima leche para estudiar para un examen. Después llegan los cortados para despejarnos de las juergas del fin de semana. Y muchos nos lo acabamos tomando sólo y sin azúcar. Aunque hay gente que continua con su café con leche y dos sobres de azúcar después de cenar, igual que hay gente que sigue adorando al lambrusco toda su vida sin aficionarse a los tintos reservas.
En este juego de nominaciones a lo “gran hermano”, pongo al cava dulce en la lista de los buenos. Este producto tiene mala fama y es más recomendable que el brut nature para postres. Es verdad que anteriormente se ponía mucho licor de expedición a los espumosos de poca calidad para corregir la vendimia. Pero ahora hay espumosos dulces de gran valúa como “Freixenet Malvasia”, el “Dulce de postres de Albet i Noya” y “Recaredo semi” entre otros que son una delicia. Lo semejante ama lo semejante en maridajes. Aún así, seguimos con los dulces con brut nature porque nos parece de más categoría que el que tiene azúcar residual.
No acepto las mezclas de vino de mala calidad ni sus semejantes. Y es que sobre gustos no hay nada escrito pero hay cosas inadmisibles en el universo de los productos con pedrigrí. Los italianos lo saben y por eso tienen productos como el Asti Spumante ideales para cualquier hora. La bodega “Ochoa” de Navarra ha sacado en el 2006 un Moscato dulce, de poca graduación que es ideal fresco. El Brachetto d’Acqui (la versión popular tinta del Asti) queda nominado junto al tinto de verano. Estos vinos sólo tienen una excepción de consumo: ¡cuando estas de tapas con los amigos en Sevilla!.
Los vinos de iniciación, simples, comerciales y jóvenes, no son vinos para nada despreciables. Tienen mucho mérito porque ayudan a introducirnos a productos de calidad y desterrar al temido botellón. Espero que no haber molestado a nadie con mi juego de mesa a lo “Scattergories” vinícola.
Meritxell Falgueras
Un comentario
Conecta2
Degustar vinos mal llamados de iniciacion, donde la relacion precio/calidad es bastante alta, nos ayuda a mejorar el paladar para ir mejorando el gusto.