El afinamiento del amor
El vino, como el amor, no tiene fecha de caducidad pero sí de un período de consumo favorable. Hay vinos que si los guardas en buen tiempo mejoran, igual que los amores que se hacen esperar y al abrirlos son más intensos. Hay otros amores más inmaduros que como los vinos jóvenes con el envejecimiento en botella se oxidan. Y después hay botellas que aún no habías podido compartir que cuando las abres se llenan de sentimientos, de recuerdos de las horas de insolación de una añada lejana, del terruño en que creció la viña… Vinos que ya no sabes si los bebiste demasiado pronto o si ahora ya es demasiado tarde para degustarlos.
¿Cuando estabas entonces cuando tanto te necesité?
Nadie es mejor que nadie pero tu creíste vencer
Dame mi alma y déjame en paz… Quiero intentar no volverme a caer…
La Canción de “Insurrección”, con la versión de Manolo García y Miguel Rios debería acabar con vertederos de amor de vinos que se han avinagrado porque no se han sabido cuidar. Y nuestra bodega, se tendría que ordenar para impedir que ningún vino vuelva a perderse en nuestro paladar. Se dice que a un vino le cuesta estropearse el doble de lo que le ha costado hacerse. Una vez soñé en que costaba olvidar a alguien el doble del tiempo del que te enamoró. Pero el amor no responde a ningún principio matemático y evoluciona de una manera que no se puede controlar por el olfato. Consolarse con su perfume es tan melancólico como real es el tacto de un abrazo. Y como el vino, el amargor final, es el que marca un largo post-gusto.
4 comentaris
Àlex
És preciós el que has escrit avui. Preciós!
Meri
A vegades, persones, situacions, records t’inspiren escriure, pensar i digerir…
juan m.
TÚ SÍ QUE SABES!
Meri
Thank you so much!
Besos de tempranillo!