una noche en el Bulli…
Una noche en el Bulli
Hacia un año y medio que habíamos reservado mesa. Es demasiado tiempo para planificar y más para saber lo que pasará. Teníamos que ir con las parejas de mi hermano y la mía. Era el 22 de julio, el aniversario de boda de mis padres. Trenta y un años de casados. Mi hermano con 29 y yo a punto de cumplir 26, solos. Solos con nuestros padres. La verdad es que la mesa no hubiera podido ser mejor. Estábamos los que tenían que estar, los que siempre íbamos a estar, hasta que la muerte nos separe.
Verdaderamente inolvidable… La gente habla del Bulli por lo que es… Nosotros la recordaremos por como nos hizo sentir. Como si estuviéramos en casa, abrazados por grandes profesionales y mejores amigos. Su cocina nos causó sorpresa, placer y muchas sonrisas. El equipo de la Cala Motjoi son únicos por aquello que saben transmitir en cada uno de sus movimientos y el restaurante tienen el aroma de cada una de sus personalidades. Damos gracias por haberlas podido degustar. Tienen el gusto de quienes saben que se comerán el mundo sin tragárselo. Su comida es oro y sirven el vino como ambrosia celestial. Sentir que comes arte es una experiencia excepcional.
Gracias a Juli Soler, esa noche nos enamoramos con su vino. Una barrica comprada en para el restaurante en los Hospices de Beaune, con un trozo de la letra de la canción de los Rollings. Volvimos a entender que aunque no trabajáramos juntos o viviéramos juntos, el vino era nuestra unión. Catar la vida los cuatro la había hecho especial. Fue como hacer la comunión otra vez, o un sacramento sagrado de unión entre nosotros y la gastronomía que tanto nos había unido. Por eso cada año, reservamos esa mesa, en Roses, para nuestro aniversario.