Millennials & Wine
Podríamos empezar este artículo hablando del tanto por ciento de jóvenes que consumen vino. Pero es que el término joven a parte de una franja de edad también confiere un grado de independencia (o en nuestra sociedad de dependencia). Osea que no es solo de los 18 a los 24… si no que llegaría hasta los que ahora tienen al menos 37 años. Así que esos datos no nos sirven para hablar de esta generación que le encanta dejarse seducir por la novedad. Seamos claros (aunque simplificando la cosa), los milennials lo que buscan son experiencias que puedan colgar en su instagram. Ya sean fotos de smoothies, de paisajes con filtros, de marcas de vinos o simplemente haciendo “postureo”. Pero la generación más que parece más superficial no lo es en absoluto. Los foodies se diferencian de los gastrónomos (en palabras de Toni Massanés director de la Fundació Alícia) en que estos últimos tienen una gran consciencia moral. Así que, si el vino es ecológico, con un fin social, vegano y biodinámico, les sabrá muchísimo mejor. Son nativos digitales que viven, ligan, socializan y se emocionan en esa otra realidad. El código QR a veces no es ni lo suficientemente inmediato comparado a la velocidad que están acostumbrados a recibir y captar lo que les interesa y lo que no. Quieren toda la información, simplificada, divertida y en un solo click. Las webs, los blogs, los post en Facebook ya se pueden considerar casi demodé. Por ello cada vez vemos en la contretiqueta del vino más infografía, más campañas en internet, más eventos privados para ellos que después serán trending topic en la red. ¡¡Salen más a cuenta que el típico anuncio en papel! Pues no es, nada menos ese su medio. ¡Con lo que nos ha costado explicar que el vino se tiene que degustar solo! Una vez ya habíamos escapado de la sombra de la sangría… Y ahora. ¿lo más in es tratarlo como un gintónic poniéndole aromatizantes, botánicos y mucho hielo? Pues parece que es parte del éxito de algunos espumosos y rosados ice que son la tendencia este verano. Empezó Moët, y ha continuado marcas como Freixenet y Codorniu, así que la cosa, debe gustar. Son consumidores abiertos (y sedientos al cambio) que se decantan claramente por los vinos frescos. Y, precisamente, el vino tuneado desde siempre por excelencia, es el vermut y no es una pura casualidad que ahora triunfe Hasta Vermutissimo ha creado unas cápsulas para poder personalizar la experiencia de tomarse un vermut especial y diferente sin que uno tenga que saber de coctelería. En la generación Peter Pan, que a causa de la crisis, o sea por necesidad o por placer, podemos decir que lo retro ha pasado a ser vintage y de allí a ser lo más moderno. Por ello la maceración carbónica también mola, porque cuando el tanino baja la temperatura también. Vinos con poco impacto de la madera, de pura expresión frutal. Y es que las características primarias triunfan en todo el mundo por ello en Estados Unidos ya se clasifican las cartas dependiendo de la variedad. Esta generación también denominada Y empieza en los 81 (y a la que yo pertenezco por una añada) y tiene muy claro que no presumir de muchos años no es igual a ser tonto. Por ello las presentaciones chillonas, con nombres grotescos por que sí, no triunfan. Las ingeniosas, originales, especiales e inéditas sí. Son personas que hace tiempo que no reconocen un título nobiliario como sinónimo de calidad. En cambio tienen un gran bagaje experiencial y saben juzgar la relación de la calidad-precio-placer de los productos. Muchos de ellos tienen aplicaciones donde conseguir fácilmente la información de la añada, de la trayectoria del enólogo, del tipo de vino… Así que no hay farol posible para un sumiller mal informado. Su cochorte demográfica la generación X también es una gran consumidora de vino porque representa cultura, estilo y case social. Aunque siempre hay la queja de que si la cerveza está robando consumidores: analicemos el porqué. El precio, el frescor, el carbónico serían el trío de opciones vencedores en su búsqueda de la bebida ideal. Y que nadie te pregunte si te ha gustado o no ni tener que hacer la temida nota de cata. Lo máximo que se queja la gente es de su temperatura (¡aunque en España se podrían quejar también que muchas veces no está bien “tirada”!). La cerveza artesana lo está “petando” y los formatos más grandes para compartir. Se empiezan a diferenciar las cervezas por sus ingredientes (por ejemplo las blancas de trigo), o la moda que nos llega de los USA de las Indian Pale Ale… Parece que es una bebida que va con todo en el maridaje (y es verdad que es muy versátil). Pero muchas de ellas están subiendo el precio, así que no podemos decir que su demanad es simplemente económica, es que parece haber una costumbre de consumo mucho mayor.
El consumo del vino, como reflejo de la sociedad, ha cambiado y se ha adecuado a los nuevos formatos de vida. Controles de alcoholemia después de cenar. Singles que no quieren esperar a estar acompañados para abrir una botella de buen vino. Cenas de menú degustación que ofrecen la oportunidad de probar diferentes productos con cada plato. Los formatos de las bebidas alcohólicas se han visto obligados a adaptarse a las modas inventando diferentes packagings para cubrir las necesidades de los consumidores: más ecológicos, innovadores y más pequeños (aunque también crece la demanda de mágnums para guardar o para las grandes mesas).La mejor vacuna contra el botellón es hacer a los jóvenes partícipes de la cultura del beber poco y bueno. Pero no podemos pasar de la cola al vino porque fracasaremos al no haber una progresión lógica gustativa y acabaremos con la misma cola añadiendo vodka. Tal vez damos a los niños mucho más que refrescos (con demasiado azúcar, colorantes y todo lo que acababa en –antes y es artificial) y les educamos a catar las sutilezas aromáticas de las infusiones, al sabor natural de las aguas con fruta, a la riqueza gustativa de las diferentes leches vegetales. De mayores querrán descubrir el mundo de aromas primarios, secundarios y terciarios que tienen para ofrecer el bouquet del vino. Pero por ahora la solución a la actual demanda son vinos suaves y con diseño que puedan tomar en los locales de ocio. Los Moscatos d’Asti y los frizzantes sonuna buena puerta de entrada para que después paulatinamente se vayan aficionando a los blancos aromáticos, a los espumosos de calidad, a los rosados con alma y hasta los tintos de medio cuerpo. En Londres donde el Prossecco ha superado las ventas de cava y champagne: un espumoso con mucha fruta, muy delicado, rápido y fácil.
¿Quieren seducir a la “millennial generation”? Pues esfuércense por sorprenderles, maride el vino con un componente social, bajen el grado, suban sus perfiles en las redes, hagan un enoturismo chic, presuman de las copas que rebosan fruta y jardines, y recuerden que lo que moralmente es bueno se degusta con más intensidad.